Obedecerles... bueno... vale... ¿Pero también defenderlos a muerte?

Como parece que hoy 31 de diciembre es el día mundial de reflexionar sobre el año que se marcha... a mí también me ha dado por pensar. A veces pienso y tó.

Qué días más buenos echo (y ojalá fueran más) en mi Linares gracias a ustedes, rodeao de buena gente, estresao pa'rriba y pa'bajo (bendito estrés) como cada vez que vengo, siempre bien acompañao de linarensas y linarenses, andaluzas y andaluces, de pura cepa que me demuestran a cada minuto que ya no se puede ser mejor persona y que tenéis un corazón que no os cabe en el pecho. Qué grandes sois.


Pero también hay algo que siempre me causa dolor y rabia: Comprobar como mi pueblo, luchador en otras épocas, rebelde en otros siglos, guerrero... mi querido pueblo, hoy día no solo sigue obedeciendo fielmente a sus amos, capataces e intermediarios (que hasta cierto punto es una respetable actitud, normalmente basada en las necesidades de cada persona y que en ocasiones hasta yo he tenido que tomar) sino que además hay quien los defiende con uñas y dientes en cuanto intentas hacerles ver cómo nos tienen puesto el pie encima del pescuezo y cómo nos engañan con trolas y falacias. Esta triste actitud de defender acérrimamente a nuestro amo, al que nos esclaviza, al que nos maltrata con un pan en la mano y una vara en la otra, al que nos engaña, al que nos arroja unas migajas para que entre nosotros nos peleemos por ellas, al que desde tiempo inmemorial nos roba como linarenses, como andaluces e incluso como ciudadanos del mundo... Es un flagrante síndrome de Estocolmo que me conduce a pensar que hemos desaparecido (nos han desaparecido) para siempre, que ya no queda nada de nosotros, que otros pueblos del mundo tienen mucho que aprender de los andaluces pero que los andaluces tenemos muuuucho más que aprender de otros pueblos contrarios por naturaleza a nuestro típico "dame pan y dime tonto", que nuestros amos han conseguido someter nuestra milenaria civilización hasta convertir Linares y Andalucía en ese esclavo fiel que necesitaban, sin que nosotros hayamos planteado un mínimo de resistencia digna y, en definitiva, que tenemos en lo alto la ruina que nos hemos buscao por nuestra falta de amor propio. 


Y siento profundamente si alguien de mis amigos/as se ofende con mi reflexión (espero que no, y desde ya le pido mis sinceras disculpas) pero más me ofenden a mí cuando intentan adoctrinarme para convertirme en uno más del rebaño repetiéndome como papagayos el discurso de nuestro cacique; y mucho más me ofende a mí el cúmulo de besos que veo plantar en los pies de nuestros amos que, al fin y al cabo, es lo que me lleva a reflexionar de esta manera.



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